Las actividades de promoción de salud mental implican la creación de condiciones individuales, sociales y ambientales que permitan el óptimo desarrollo psicológico y psicofisiológico. Dichas iniciativas involucran a individuos en el proceso de lograr una salud mental positiva, mejorar la calidad de vida y reducir la diferencia en expectativa de salud entre países y grupos. Es un proceso habilitador que se realiza con y para las personas.

     La intervención comunitaria a través de prácticas de promoción de salud mental crea condiciones para el desarrollo de un pensamiento creativo colectivo, crítico y dirigido a la acción. Esto es de fundamental importancia, teniendo en cuenta que una comunidad con un pensamiento creativo compartido colectivamente, se encuentra en mejores condiciones de ser actores de transformación de sus propias realidades, lo que se considera como indicador de salud mental comunitaria.

     El cuidado de la salud mental de niños, niñas, adolescentes jóvenes y adultos no sólo responde a un derecho de las personas como individuos, sino que contribuye de manera muy relevante al bienestar de la comunidad.
Con los conocimientos actuales no podemos conformarnos con lograr el diagnóstico precoz de los trastornos mentales y realizar su correcto tratamiento, sino que es importante situar el reto en conocer cuáles son los factores que influyen en su desarrollo y evitar que se produzca, actuando en el campo de la prevención.

     “Nadie sana a nadie, nadie sana solo… solo sanamos en comunidad” ello se traduce en que el cuidado de la salud es en primer lugar colectivo, invitándonos y motivándonos hacia prácticas saludables. Aspecto que se propicia con promover el buen trato, las relaciones sociales sanas, el trabajo en comunidad, la incorporación de prácticas físicas, psíquicas y alimenticias que promueven una buena calidad de vida.