La primera causa de muerte en nuestro país y en los países desarrollados son las enfermedades cardiovasculares, en específicos el infarto cardiaco y el infarto cerebral. Éstas a su vez, por lo general son la consecuencia final de la descompensación durante años de las “enfermedades crónicas no transmisibles”, cuyas exponentes más famosas son la Hipertensión arterial y la Diabetes Mellitus. Por este motivo se creó en Chile el programa de salud cardiovascular (PSCV), más conocido como el programa de los “crónicos” con el fin de disminuir las secuelas y las muertes a causa de estas patologías.

     Es difícil para los usuarios desde muchos puntos de vista el asumir que padecen este tipo de enfermedades, pues, es sinónimo de estigmas sociales, acudir con mayor frecuencia a controles en los diferentes centros de salud y lo peor -según el testimonio de varios-, el hecho de tomar medicamentos de por vida. Por lo tanto, es un proceso complejo de asimilar y es ahí donde recae el rol fundamental por parte de nosotros como profesionales de la salud: acoger, comprender y enseñar sobre esta nueva realidad que están viviendo nuestros usuarios. El éxito de la compensación se logra a través del esfuerzo de ambas partes; por un lado la voluntad y motivación por parte del usuario y por otra parte el conocimiento y la dedicación del profesional de la salud, sin embargo, hay un gran problema para nosotros con el cual debemos lidiar día a día: “el sentido común”.

     La medicina está lejos de ser una ciencia exacta, todo lo contrario, cada paciente y su correspondiente diagnóstico y tratamiento es un traje a la medida. El medicamento que para un vecino fuese un éxito, puede resultar en un rotundo fracaso para usted; los síntomas de un familiar, por muy similares que sean a los míos pueden significar otro problema de salud y así podríamos estar nombrando ejemplos sucesivamente.

      Dentro del abanico de dificultades que experimentamos los médicos y otros profesionales pertenecientes al programa en los controles crónicos, sin duda alguna está el hecho de convencer al usuario que posee una patología crónica descompensada. Es muy frecuente encontrarnos con pacientes que presentan presiones y/o glicemias (azúcar en la sangre) elevadas y ellos a su vez no sentir ningún síntoma (asintomáticos). Por pensamiento lógico muchos responden que si me siento bien, mis enfermedades también debiesen estar bien y es una exageración que propongan agregar o aumentar las dosis de medicamentos para compensar dichas patologías, por lo tanto, hay muchos que rechazan de frentón el ajuste u otros que aceptan con poco convencimiento y presentan a la larga una mala adherencia al tratamiento farmacológico. Este es el problema, son enfermedades silenciosas.